viernes, 4 de junio de 2010

El miedo.

De pequeño no tenía miedo a nada. Para mi era imposible que algo malo o terrible ocurriera. Claro, más allá de que me preguntaran en clase y no tuviera ni idea de la lección. Pero con mi hermano y mis padres de guardaespaldas, nada malo me podía ocurrir, ni a mi, ni a los demás de mi alrededor.

En mi casa la gente se preocupaba cuando alguien estaba enfermo, y yo no lo entendía. No iba a pasar nada que fuera malo ¿por qué se ponían tan serios? ¿por qué guardaban silencios largos? a mi me parecían situaciones raras y más bien me daba por reír. Creo que alguna vez alguien dijo que no me enteraba de nada. Y ahora pienso que tenían razón.

La inocencia se pierde, y la frustración y el miedo afloran a cada paso. Te das cuenta que no por estudiar apruebas, que no por mucho formarte consigues el trabajo que quieres, que no por tener el trabajo que quieres ganas lo que te gustaría, que aunque tengas el carnet de conducir no tienes el coche que te gustaría, que aunque hayas estudiado inglés no hablas inglés, que aunque tengas mil amigos, a veces sigues sintiéndote solo.

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